Llevando consigo la esencia fundamental de las alas, atrapando los matices de sus mariposas atadas.
No degradan los errores en caminos acertados. El amor encontrado en seres infectados.
Buscando, por fin, peregrino de mi propia iglesia, andar con meta. El tesoro en ciernes ojos verdes me eleva.
El adiós del ahora perpetuo, inexistente. Ser la cosa a quien más inmerecidamente has maltratado. Oda a la droga, antesalas vacuas se hacen fosas, ecos tibios de voces roncas.
Lánzate al dedicado nexo del crepúsculo eterno. De está a la nada, de mirada plana a quien mira. Es el dúo de dimensiones que plasmas, en el papel que actúas hasta el día nocturno a medio día.
Miel del desierto, prefiero hacerte daño con mis palabras, a la complicidad muda de cama. Reconstruyendo la voluntad de un pasado inexperto, en egos tan futuros como viejos.
Me he juntado con los mejores exponentes con los que poder entrecruzar, pudiendo imaginar en tu marcha lo que representa para mi el resto de la humanidad.
Tan desaliñada que se antepuso en mi cerebro una idea precaria y duramente creída en arrogancia. El amor con sangre fría puede ser sedante. La sed de tenerla resulta sofocante.
Quiero sí quiero, querer es un deseo. La promesa, el miedo sigue siendo bueno, tomo cada día uno de los caramelos.
Sueño, y cuando sueño, ya nada deseo. El sueño es el mismo sueño que se cumple cuando al fin duermo, sólo en sueños cumplo mi sueño, sólo al cumplirlo te encuentro. Al encontrarte nada deseo, obtengo mi sueño, soñando en deseos.
Me echare toda la culpa para hacerme el favor de ser odiado, como merezco ser recordado.
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