lunes, 18 de agosto de 2014

Noche de aroma floral


Es como si fuera una penumbra levantar encuentro una fragancia y una mirada de ternura que se fosiliza en mi recuerdo al pensar que ya no esta. Entonces el soñar que antes fue, ve, vuelve a ver, se para a ver algo que ya volví a ver y ver y la sonrisa siempre esta y nunca me expía de ningún lugar o mal momento, vive como viven aquellos finos recuerdos que se plasman en dos planos de la dimensión, cuatros lados que atrapan, reafirman lo que mis ojos vuelven ven.

Las miradas de mil familiares no compensan aquella tan inocente y pura, desconocida o entablada en duelo con recuerdos de niñez. Un recuerdo de mi tan complicado de encontrar como de ella en el mismo lugar en el que yo me encontraba cuando el recuerdo tan delicado se produjo.
Es el texto que se escribe, el relato incomprensible al ser leído por su protagonista, pero existe un motivo, y más razones que tontos prejuicios.

Es entonces cuando algo se enlaza, las neuronas trabajan de una forma adecuada, misteriosa, incomprensibles para ellas mismas, con resultados que llegan. Aparecen como una sola imagen, otra, buscando cada diente y cada labio en otro lugar, en todas las personas que alguna vez me sonrieron en mi vida que afortunadamente no son muchas. Busco, encuentro, pronto recuerdo porque lo que creo no es tan incierto, una seguridad cercana al cielo, vuelo, y ahora el que regala la gracia soy yo.

Sonrió al encontrar recuerdos que no recuerdo en sonrisas que encuentro. Pensativa en lo profunda con estela y simpatía, un pensamiento, algo perdido, de lejos o de cerca. Sinfonía, ojos, y ahora es la sonrisa de un nuevo despertar, de un nuevo día, una fresca brisa, floral, distinta, sentida y nunca sentida, como intentando comparar algo inusual. Algo que se perdió y que he encontrado, algo que me cultivo, que me hizo ser quien soy, algo que agradezco ahora a esa bella sonrisa que no sonríe hacia mi, pero alegra tras días.

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