jueves, 17 de septiembre de 2015

Adioses / Llegadas tempranas


Es increíble las asociaciones que las personas hacen entre cosas que desconocen totalmente. De un lado y del otro dentro del eterno espectro. Es increíble como cala la ignorancia, reprimiendo los afectos y las virtudes sagradas que nos hacen lo que somos como raza. Como si las alternancias en los momentos no fueran dirigidas por nuestros sentimientos bellos.

El enfrentamiento perpetuo contra el ego ajeno. Explicando los matices mientras desconocen el significado del adjetivo. Esa lucha sin sentido. Infinitamente en inferioridad, pero nunca sera rival para la bondad, la rectitud es una llama amedrentada que nunca desfallecerá.
Es una enfermedad terrible que impide la entrada de todo tipo de alegrías, la felicidad se aleja a causa de la simplicidad de lo superficial que es pasajero y poco serio. Sin encontrar la verdad, que va trastocando aun más ese estado de ensoñación nublada, un pasajero vivir sin sentido, ni frió ni caliente, un tibio apenas perceptible, que incita a quedarse donde uno esta. No se avanza, no se retrocede, paraliza un existir que podría ser pleno y hermoso.

Los nombres femeninos se acumulan en tinta negra sobre aquel viejo papel rosado. A veces se confunden los recuerdos al leer, la distancia que me aleja de todos aquellos, y el palpito aun persistente sobre la incapacidad de cambiar lo que se fue. Volver a desenterrar los fríos cuerpos, darles un tétrico calor que no es capaz de revertir su elección. No hay piedra filosofal, solo buenas filosofías que hacen creer que es posible existir en una plena libertad. La felicidad no es una regalo o una elección, la felicidad es la razón, el significado de todo.