miércoles, 21 de octubre de 2015

Sueño sustantivo


Defendiendo la resolución en lo tácito, cuando en el verbo del amor no se construye la acción. No se quien eres vieja amiga, dulce miel de pesadilla.
Se de lo que se sin saber el por que, pues los caminos escarpados se circulan en un descalzo andar que va tiñendo de rojo lo andado, la fe de la señal. La esperanza de quien no se sabe si un día emprenderá el mismo camino transitado, si los guijarros carnales actuaran de roja brújula, si las sombras de pasados buitres no consumirán la esperanza desgarrada.

La nebulosa ahora viste los cielos nocturnas de las montañas que nos separan. El alma predilecta del norte tiene sentido, a estas latitudes la danza de iris es la mímica magnética de una estrella enfurecida. La magia sigue siendo la misma, pero quizás no vuelva en vida, en nuestras existencias lívidas.
Tengo miedo de la belleza, al no saber distinguir entre el sabor de los labios y las salivas. Al conformismo de un néctar que se fabrica de la misma extraña manera, que es servido en copas con la misma utilidad que no he podido volver a probar. El ópalo es una extraña ilusión de felicidad, la película que no puedo dejar de mirar, rompiendo las vertebras de mi cuello, buscando fosilizar en vida la posición ideal hacia donde quiero estar. No puedo alcanzar, pues mis saltos no tienen la capacidad, las escaleras no logro acumular, las alturas parecen un paraíso inalcanzable para un simple mortal buscando santidad.

La formula que nos hace crecer es aquella en la que solemos caer. El tropiezo cotidiano de no saber como ser bajo las doctrinas de lo digno asimilado. Te enseño un saber, y yo aprendo de las trabas espirituales que en aura promulgas y tan solo yo se ver. Adoro la mentira codificada con verdad, aquella sucia mirada que me dedicas. La infinidad de cosas y una sola cosa que no he podido poseer, para eso esta el escudo del enamoramiento que me creaste en aquel atesorado momento que apenas recuerdo.

Sueño de labios recordados, nunca besados. Somnoliento recuerdo de lo mitificado.
Escucho sordo el sentimiento de unos gritos que se leen como un auxilio, el consejo de ayudar a quien no puede negar su voluntad. La amistad y las honestas palabras, sin maldades se abrazan sin ser tomadas.
La noche se aproxima y con ella sus criaturas. El filo de plata, las escamas creando una externo esqueleto, una capa de piel gris al viento. Solo en la oscuridad, y un solo aliado en la distancia, ella, tan fría y pura, tan blanca como ella misma. Estimulo lácteo, alba en ocaso.
Una guerra personal, interna y despiadada contra el exterior que nos separa. Nunca desfallecer, nunca dejar de lado la virtud de ser un ser, la clase de persona que es capaz de enfrentar aquello que ve, suicida ante lo invisible, noble ante todo lo que se enfrente. Nunca desfallecer, y nunca ignorar la fuerza de un rival que no se puede derrotar, contener es la clave para poder encontrar la paz que se anhela en la cuenta regresiva de la vida.
Nunca dejar atrás el puro pensamiento, nunca abandonar a quienes nos otorgan la verdad. Ser parte mutua de una voluntad que no se puede cuantificar. Nunca confundir los rostros, dejando de lado lo sacro. Nunca posicionar lo vano por el vil motivo de avanzan un tosco paso, nunca obviar al adversario que se refleja en lo plano de un lago, nunca imaginar que lo amado no ha valido lo andado, sin despertar del sueño sustantivo.
Nunca dejar que las lagrimas lleguen al mar. Jamas, nunca, ni en un millón de lunas, pues yo solo pertenezco a una. Aunque su cara siga estando oscura.