lunes, 26 de octubre de 2015

Tran


Al borde del adiós cuatro o cinco voces gritan en una constante sonorización de odio egocentrista. Sombras de fiebre creadas por la enferma mente. Sale a relucir en completa opacidad la verdad de unos miedos enterrados.
Instante prolongado que nutre la frente donde todo sucede. El imaginario caliente crea el terror en una broma adolorida. El imaginado solitario, abandono confirmado.

La pesadilla viviente de años infantes vuelve, tornándose. Deja con ganas, y bajo ninguna expectativa es una buena película. Tan real como lo fue en aquel entonces, la ilusión de los ojos cerrados no difiera con la latente en el recuerdo. Es quien fue y quien sera, siempre de la misma forma, tan abstracta y real.