miércoles, 20 de diciembre de 2017

Simples y burdos humanos - De ayer y hoy


Dios los crea y los imbéciles se juntan, y a pesar de que esa atracción fatal engulla paralelos en la desesperación que abunda, las diferencias se ajustan. El intelecto puede caer en la estupidez, pero el idiota jamás podrá nadar en verdad en aquel mundo exógeno a su ser.
Las almas inexistentes pero reales están condenadas, y desde el lugar correcto se pueden notar, como lo otro, que se parece y no es, camina, anda, e interactúa con las mismas mecánicas. El pensamiento analiza quien sera quien imita. Si la verdad de la mayoría es el fallo de la minoría, o si la minoría existe por el acopio de un sostén heráldico de varios millones de vidas.
Existencias que suman a la complicidad de mentes turbias, al engranado sistema que promulgan. Actuación exacta de la publicidad comprada, la realidad mimetizada en narcóticos de marca.

El incendio logra hipnotizar a las polillas que se acercan, confundidas por la luz de la luna, confundidas, porque su luz trae locuras, y esa temperatura que prende sus alas en llamas no parece causar impedimento alguno. La luz es luz, y el fanatismo animal, tan podrido y arraigado no se puede evitar. Así es como mueren ahogadas en fuego las criaturas más simples del universo, las burdas almas humanas que por consciencia se contentan de ser algo que no es, que es, tan absurdamente contrario a lo que creen.
Visualizando en sus pantallas las realidad que pagan, confundidos desde sus entrañas, cuando las bombas estallan, cuando los hijos sangran, la escoria que explota en ropa de marca.

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