jueves, 4 de octubre de 2018

Mañana de Luna llena


En los albores del ayer pienso en la sonrisa que recuerdo no haber mirado. Brote futuro del recuerdo inconcluso, insatisfecho. Moldeando en el imaginario las virtudes que te fueron negando en el trascurso de los años. Como es testificado en tu historia, momentos nefastos llenos de felicidad, lo más cercado a la misma de lo que te fue posible alcanzar. Entendiendo de aquella manera tu rencor y toda esa belleza que irradia tu oscuridad, como agujero negro al contraste de tu sociedad.

Le doy gracias a tu alma por el pasado compartido y perpetuamente mantenido por mi cerebro entumecido, recuerdos tibios y fríos, tuyos y míos. Lo más cercado a lo mutuo, al beso único, aquel que practicamos cuando otros labios se interponen en nuestros labios. Aquellos que conectan por la ansiedad de esperar el encuentro final. La resurrección concertada, un nuevo principio para soportar la verdad de no vernos nunca más. Piedad para una vida irreal, ajena a la felicidad.

En las antípodas del pensamiento busco en las alturas al cuervo que nace de mi desde el fuego, reliquia de la eternidad, mi amor hasta el final.
Tesoro de las bondades que subyacen en las palabras mal dadas, de entierro, sin sustancia. Allí te vi, frágil y desprotegida, sin el amor que podría yo dar. Así fue y sera, mi amor hasta el final.

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