lunes, 8 de octubre de 2018

Cómo dios manda.


Buscas eternidad en el espurio temprano del azaroso encuentro. Encuentras rechazo y odio en el abrazo ajeno. Lloras por ensueños proyectados en prontas figuras que se deforman con las horas y los segundos que las forman. Esperas en lo precoz lo optimo, dañando tu corazón que late repetido en burdo instinto.
La termodinámica dicta lo temporal hasta revestirla en el final, cuando vuelva a recomenzar.
Despertar y mirar lo primario que explota y se conforma, nada y moldea con luz sus formas. Crecer, caminar, experimentar, vivir sin más. Ver las cosas como son y afrontarlas con amor. Aceptar la amistad como recurso final e inalienable de la bondad de un encuentro fortuito en un mundo perdido.
A pesar de las limitaciones existenciales el tiempo vital es perpetuo mientras dure su proceso: todos esos sentimientos vivirán por siempre en los engranes que cosemos, nada es eterno, sí verdadero.

Quizás la respuesta no se encuentre en buscar u olvidar, tal vez lo que mejor sea aceptar y amar. Porque hay estrellas fugaces y hay estrellas de verdad.

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