martes, 27 de septiembre de 2016

Acote de luciérnaga


En la sima en la que me encuentro no veo ni hacia arriba ni hacia abajo, sólo el pozo de una vida. Con ella aprendí que para ofrecer felicidad primero tienes que darle forma a la existencia.
El agua que rompió paso por las rocas, llego hacia mi agujero, inundando lo conforme a mi vivir; provocando el ahogamiento que me llevara hacia las alturas. Un lugar desconocido, donde flotar en el despertar. Limpiando mi garganta con el sollozo, purgando de mis entrañas un malestar, luz solar sobre ojos muertos que por primera vez miran el calor sobre un rostro.
Pudo haber no existido pero fue realidad, no hubo decisiones ni predisposiciones, nada escrito, vidas paralelas que cruzan, consecuencias semejantes en la esencia impura. La chispa brilla en la oscuridad con su contraste inalterable, allí un ella, aquí un yo. Una gravedad que nos mantiene pegados a un mismo mundo, luz de electricidad, único cielo que nos conectará, corazones. Excusa como vida, para hallarnos, para amarnos, para vivir conforme a lo anhelado.

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