Tu estupidez me hizo reflexionar en lo contraproducente que seria volverte a hablar. A veces hay que volver para irse definitivamente. Es el punto de inflexión que los humanos necesitan para marchar; y no hay duda de que algo siento, algo he de sentir para sentirme así, pero la realidad pesa más que aquellos ojos anaranjados amados, y por más angelicales que llegasen a ser, nada supera su verdadera naturaleza.
Mirando sobre mi y sobre todas aquellas cosas, me voy, aunque nunca estuve. Adiós.
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