martes, 27 de diciembre de 2016

Séptima


Se ve marciana a través de unos ojos descomunales, una boca inyectada en carne, una expresión facial que experimenta en mi reacción los instintos animales del homo sapiens.

Vivo a instantes a través de los sucesos que manifiestan los recientes recuerdos. Allí se grava el tempo, allí la ciencia rescata los viajes en el tiempo.
Reconstruyendo en su boca las piezas rotas. Con un constructivismo capaz de modificar la realidad. Desatascando secuencia de veranos congelados. Anulando, reiniciando, despertando. Haciendo del clima una estima.

Nadando en un cielo rosado, vuelca mi mente en un canto, donde se nutre la madre energía, donde nace la vida. Dibujando lo estelar a través de la consciencia imaginativa de otra realidad, la religión astral de la psicología actual.
Manifiesta en los estigmas la galleta de la fortuna, un numero predeterminado tatuado en el brazo. Un azar en las coincidencias que entrecruzan, envuelven y enamoran, que nos chocan, divulgan. Del vil carmesí que estalla en golpes que trazan las cicatrices que guardan, los instantes de oscuridad que están por plasmar, sucesos inolvidables que quedarán en lo personal de la eternidad individual.

De ahí nacen los sueños, de las desesperanza de días viejos, de reflejos pausados en lagunas estrelladas , auxilio de lo verdadero, lo bello.
Nace de mi hacia ti, nace de la recepción otorgada al espejo. De la empática sonrisa, de la mutua caricia, reciproco contacto, espasmo, sudor y llanto.

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