martes, 16 de diciembre de 2014

Oso de doncella / Escudero de princesa


Siento un frío extraño que me recorre, no tiene temperatura, como unas tiernas caricias de manos frías. Desconozco el sentido del amor en primavera, los perfumes están extintos, se han secado junto al mundo. Si te enclaustras en observar los parecidos malvados no dejaras lugar en tus ojos para observar cuanto lo son en lo extraordinario.
Ahora en las noches apareces de entre las sombras, surges de la penumbra desnuda. En esa cueva yo soy visto en la piel de un oso. Te tiendes conmigo a descansar y alejar la oscuridad de nuestro interior con la fusión; una como la del sol. Dos medias lunas que se abrazan, eclipsándose, creando entre ellas una sombra clara, un nido de sinceridades nubladas, nadando en un mar que jamas acaba.
Cuando tu cuero es acariciado por el pelaje tiemblas comprendiendo el palidecer de aquellos otros encuentros jamas canonizados, quizás no amados. La envoltura no desprende ninguna ansiedad, no miente en necesidad, se enamora del amor verdadero, aquel sin intrincados mecanismos de pasiones, mentiras y complicaciones. Donde la amistad se hace realidad junto al bestiario cerrado. Realidades superiores inconformes, ignorantes de populares opiniones.

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