Y en altercados infinitos, instintos nacidos. Donde el flujo estelar de las emociones humanos áurea la tormenta solar dorada. Espejismo nocturno, bóveda astral difuminada por el desperdicio electro-social. Ciudades contaminadas por la nocturnidad del noctámbulo, espécimen de la ansiedad por un estatus publicitado.
Llamas de neón rellenan mi corazón, un sable luminoso se retuerce por mis venas trasformando quien soy. Intensificado con falsa perspectiva de esperanzas. El trió rosado recepciona la noche única, inalterablemente una. El calor acrecentá el palpito ardor de burócratas ociosos. Chicas hermosas reciben al ocaso bajo el velo de alcohol. Estructuras que cimientan bajo mutua sumisión.
El cruce del amor físicamente
aceptado. Por un lado el ofrecimiento de una mediocridad general que
se deleita por su franqueza, y del otro nada aparentemente
prometedor, que lleva en su fachada los estigmas globales de general
aceptación.
Una medida de lagrima para finalizar. Los movimientos naturales del vació existencial.