La balanza de libra me guiá, con luz verde fría. Realista como a ti tanto te gustan, incierta como la vida misma. Dedicada a la contemplación, sin obstáculo a ningún punto. Poseída por el amplio espectro diurno, cegaba por la oscuridad de la claridad, sangrar de la verdad, nutrida de la mentira pulida.
Llueve con paz, alimentando la vegetación que crece para tu contemplación. Refugiada tras la ventana, a miles de leguas de distancia. Tras tu pecho un corazón que late sin razón, sin el motivo vital por el cual nació, y se mantiene activo en un existir vació, vacuo por toda clase de motivos ficticios.
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