Solo una migaja

Me paso el día escribiendo y creyéndome fuerte, que tu ausencia nueva no me afecte, que tu no me afectes, pero tu eras la clave de una vida nueva. Ahora mis miedos atormentan mis reales deseos. Hace tiempo que deseo las cosas que jamas llegan, yo te quiero y con un poco de esfuerzo tu serias más que eterna.
Pero ya no sé que quiero, no sé que quiero, porque realmente no puedo, no puedo tener nada del lo que deseo, mis anhelos son causa perdida de mi incapacidad para encontrar un camino recto.

Ella ha vuelto, y la sigo queriendo, la deseo. Pienso en ella teniendo hijos y haciéndonos viejos. Tiene el equilibrio perfecto entre virtudes y miedos.
Pienso en como recuperar lo que nunca tuve, pienso en como hacer para darle la vida que tiene tan merecida, sabiendo que yo no soy nada, consiente de que ella no puede ofrecer lo que le pide su cuerpo. Nos amamos a escondidas, escondidos en la realidad, sabemos lo que pensamos y pensamos, pero nada pasa. No somos capaces de hacer nada.

Ahora lo único que siento es miedo, espero lo que solo se espera, la realidad eterna de mi vida, que regresa irremediable como un siclo perpetuo, la vida, la muerte, la entropía de un encuentro que se hace perpetuo.

Mis cartas que son dirigidas al cielo buscan un ser que las lea con aprecio, como tu hacías en su tiempo. Ahora estarás en un lugar imaginario de mi mente, haciendo las actividades que solo se pueden ver a través del inconsciente, donde siempre perdura aquello que realmente se posee. Fuiste todo, aunque te creas nada. Si la soledad te inundara y alguien llegara para admirar tu arte y tu gracia, sabrías como me siento.
Te mistifiqué con las razones que tan honestamente involucraban tus sentimientos, los míos, y los de la poesía que lo unió. Supiste ver donde nadie observo, fueron en tus ojos donde por primera vez vi mi reflejo.

Ahora y por siempre, real o ficticio, pero siempre nuestro. Si lo siento es por algo, tu eres algo, algo dentro.