miércoles, 18 de diciembre de 2013

En concreto plenilunio


La observo en la bajada y me gira en la subida, mi luz nocturna, espejo de tibios días. Las diferencias mantienen el resplandor, siempre los mismos ojos de aquel pálido rostro, fría congelación que brilla al anochecer. Siempre conozco tus cambios. Eternamente aparecer entre la gente que solo admira lo indecente.

Tocarte sin tocarte y empujarte con mi gravedad hasta lo profundo de las sabanas, donde al fin encontrarte pura, conmigo solo pura, y quizás el deseo es el que enciende la luz para obtener, observados sin ser vistos, ser nosotros mismos propios espectadores de nuestros actos.
Escribiendo mientras duermes te observo en mi lecho que durante meses apoderaste. En su confortable llanura miro tus sueños que creo en mi pensamiento, donde las posibilidades nulas jamas se darán, un pequeño espacio par.

Con somnolencia evaporo los sentimientos rotos, tu estas aquí o en el más allá, en tus sueños, en los míos o en el de cualquier otro inconsciente que valore tu divinidad. Los espacios que se llenan ocupan su lugar en las vidas que se enredan hilando memorias, lugares donde volver y encontrar recuerdos que pasen a ser ajenos a nuestros agotados destinos. Quizás es la sonrisa o en alguna palabra de bondad que sea absoluta y veraz, que nunca olvide quienes fuimos en verdad, consientes, inconscientes, pero reales.

Sin miedos ni culpas se que fuiste mía en el egoísmo del control, donde jamas maltrate tus virtudes más impuras para dar paso al afecto que desatabas al reformarlas con tersura, la propia cualidad cercana a la dulzura.
Ahora mismo podrías estar aquí o en otro lugar; en mi lugar estas a mi lado reposando, atrapando tu entorno, que no es más que un brazo y un torso. En la gesta del vinculo existe una sana verdad, algo deseable que puede aportar a las vidas una nueva realidad; venenosos se trasforman los descarrilamientos que desencadenan la falta de integridad, cientos de sentidos abogan al cambio, el pensamiento resurge de las dudad que superan en numero a la conciencia de verdad.
En los sonámbulos amaneceres te observo nuevamente desde una posición de peón, tu asombrosa presencia descubre todos mis miedos y el temor, te trasformas en esencia a cada anochecer y eres lo único añorado al regresar de los largos periodos de visibilidad que me ciegan sin dejarme observar. Mediante la tiniebla encuentro los caminos adecuados donde nos encontramos, entregas la mano sin palabras sintiendo la circulación que te acalora. Al final hallamos un hogar, un colchón, relleno de espuma y algodón, donde desnudarnos sin pudor, acariciando cuerpo con cuerpo las razones de esta unión, y en excitación nos besamos suciamente mientras caemos al lugar que a cada fase regala un momento, a cada regreso, el de nosotros mismos y los deseos.

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