martes, 31 de diciembre de 2013

Un lejano tacto cercano


Extraño la vida que alguna vez pudo ser, entre los albores del nacimiento. Cuando lagrimas oscuras de carbón resbalaban por cornisas, tan profundas como mejillas al borde de la cama. Entre silencios ocultos en madrugadas de recuerdos difícil de olvidar. En imperfecta salud familiar, tratando de encontrar aquella relación de tranquilidad para poder superar.

Entre la profanación de un dolor nacen los vergonzosos temores de lo extraviado. Por las sucias garras del maltrato, del parricidio que engranda monstruos que destapan lo peor, dañando la inocencia del perdido.

Pero el destino no pudo encontrar mejor motivo para amar, en la distancia oceánica de un desierto de montañas existe el principio de un reinado. De una princesa dulce que reniega de su rango. De un guerrero perdido que se preparo para encomendar, la misión de amar a la princesa que lo necesita para luchar, en la creación de un nuevo mundo de felicidad.

Si el caballero puede volver a amar, lo hará de ella, de su protegida, de la señorita reina azteka. Donde la profundidad de su suave piel miel extiende por todo su ser un tesoro hecho de oro, de pensamientos, emociones, dulzura, también temores y odio. En el lugar donde lo importante se encuentra, provocando un brote de felicidad olvidada o nunca experimentada, donde las lagrimas victimas del dolor surgen por causas contrarias, absolutamente creadas por una emoción de bonanza que enreda las almas.

Abrazando la representación de lo sagrado, me encuentro anhelando, rezando por tu felicidad que tanta alegría me traerá. Un amor que va naciendo y no morirá, una armonía cercana a la divinidad.
 

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