miércoles, 1 de enero de 2014

Un corazón de luz entre el cielo y la tierra


Brilla el horizonte en la tiniebla, un amanecer nocturno inesperado, como si a la distancia algo estallara, naciera. Un ángel que baja, una estrella. Las olas rompen con firmeza, partiéndose como cristal, reflejando aquella luz que no ciega, que hipnotiza con su belleza. Solo un nombre permanece en mi cabeza, las preguntas acertadas no dan lugar a respuestas, no puede ser de otro lugar, de otra naturaleza, de otro manera. Mi cerebro que a la par resplandece por la iluminación, centellea, palpita en lo incomprendido, con un son de latidos profundos, con gotas de sal que caen al mar, nadando hacia ella.
Entonces la estrella se apaga, son mis ojos que se tapan, que se duermen y te encuentran, pura, plena. Se halla la paz de la felicidad que otorga tu presencia, y en un tacto de abrazo todo cambia dentro del soñar, cerramos los ojos y comenzamos a volar, en un sueño del sueño que se hace realidad.

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