sábado, 28 de diciembre de 2013

Silencioso mestizaje


Fuiste como una luna viajante de ventanas, donde en cada esquina me observaba. Un dictado de señales fosilizadas en el concreto asfalto de una carretera ahogada por las llantas. El recuerdo de niñez transporta al recuerdo de recordar, observa aquella esfera blanca que tras un cristal que sube y baja avanza, y ella contigo sin dejar de mirarte hasta hablar y entablar la charla de un niño con su añoranza.

Un centavo por amor, y un amor por otro amor, falso mentiroso, como el de los hombres que buscan tras el éxito social un afán de sentirse identificados con la fortuna de los que por su lucha fueron embalsamados, en metálico.

Si los ojos de la chica lloran, el trabajo es bien encaminado, si la limusina del ganador entra en el callejón las ratas correrán y los perros se acercaran, para la alta gama es una gran trampa. El verde/violeta/rojo sirve de esclavista.

En la vieja humilde triste basura encuentro un hogar de casa acartonada, donde me encontré con el frió, el hambre y la esperanza. En poema cotizo mediante un diluvio de curiosidad mediática que trasformo al vagante en la oportunidad de un éxito excitante. Pero el billete de valores negativos no era la ganga, una pantomima que en su enfoque conlleva el desgaste del futuro de una raza.

El príncipe se aleja del cebo de Pule. En su bolsa sucio papel y la seca tinta de ayer, su alimento la integridad, en sus manos el poder de cambiar, morir en la dignidad.

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