domingo, 5 de julio de 2015

Nada es para siempre / Tú en mi lo eres


Tengo miedo, confieso lo que nunca oculte. Me atormenta la incertidumbre de no saber explicar los cuestionamientos que proclamo al hablar, al abrazarte con ternura en el auxilio de la soledad. Debo amarte pues es mi destino, pues la fijación coherente se compara a la incoherencia aquella de la cual no puedo escapar aun queriendo ahuyentar. Intentar olvidar no funciona, pues el sentimiento real es fuerte, materia noble que pudiesen quemar se esconde en la tierra para volver a brotar.
Me niego a creer que no es posible lo imposible, reniego de tu frase de cabecera, reniego de lo que intentas hacerme creer a mi. Odio tu negación, igual que odio la juventud que te hace hormonar ideas abstractas sobre la vida. Tú no eres más que un caparazón absurdo. Lo de dentro suele contar, pues es lo que al final termina durando de verdad, prevalece tras la caída carnal.
Te iré a buscar aunque encuentre al fin el rechazo. No me quedare viviendo en la monotonía que el conformismo trae, ni conformarme solo con los sueños que el inconsciente trae. Lo que me causa daño no eres tú, sufro por la ausencia de tu presencia, lloro porque la felicidad que me dabas cubría toda la maldad, todo lo maligno que la oscuridad trajo nuevamente con la opacidad. Eres lo único que hay, pues todo lo demás no sirvió jamas.