viernes, 21 de noviembre de 2014

Amor actual para enamoramiento futuro


Si hablamos de grandeza, fuimos heraldos de ella. Reinando aquel mundo imaginario que materializamos desde los corazones cortados a nuestros labios, ese tacto y su significado. Allí junto a mi, junto al conjunto de factores que nos hacen únicos, el baúl tras la cornisa de los pies de la cama, donde nos reguardamos del frio bajo sábanas, donde juntos somos calor, en aquel hogar, en aquel tesoro guardamos todo. Lo levanto con fuerza para depositar frente a ti que estas sentada en la explanada de la habitación, me admiras en el proceso de llevarlo frente a ti. Me recibes con un beso en la boca cuando voy a acompañarte imitando tu postura, la lengua entra en mi boca que se abre por inercia, uno de esos contactos que terminan desnudos. Me respiras mirándome a los ojos, tan cerca que siento enloquecer, tus besos siempre son como el primero, tan dulces y perfectos.
Dentro del cajón antiguo guardamos todo, nuestros recuerdo lejanos y próximos, fuera de el los proyectos actuales y futuro, bien presente donde queremos estar, sin olvidar nunca hasta donde hemos llegado estando unidos. Mientras miramos, nos acercamos a pesar de estar ya abrazados, el cuerpo estorba en el abrazo espiritual en el que nos encontramos, a veces miradas que terminan siempre en besos, lagrimas unisonas mutuamente secadas, probadas, admiradas.
Envolviéndote entre mis piernas permanecemos sentados mientras vas sacando las cosas, te abrazo por detrás mirándolas juntos. Cuando miras mastico tu garganta, mientras me muestras tu pruebas la mía. Me emociono traspasando los limites de tu blusa, frotando tu panza como si fuera una lampara mágica, sabiendo que en su interior crece con paciencia un vos y un yo.

Observándome con la mirada de tus bonitos ojitos rasgados llegan a mi, con el bañador de dos piezas que ahora debes usa obligada, luciendo más sexy. Al sumergirme en el liquido que me tapa tus ropas de acua se deshacen a medida que bajas por los escalones hacia el agua tibia, dejas soltar los hilos que las sostienen trasformándolas en estelas flotantes. Te lanzas hacia mi en el vació liquido, tu piel es todo lo que eres en aquel momento, te mueves sin moverte, acercándote poco a poco hacia a mi, somos solo dos a la vista, somos tres. Tus pechos llegan primero a mi pecho, luego tu barriga contacta con la mía, el abrazo trae el beso, el contacto la danza que nos lleva por toda la piscina. Te dejas llevar por mi, yo te tomo en brazos y te sigo hamacando por las olas que creamos, la noche se ilumina por la luna, por la luz tenue de resplandor artificial que llega desde abajo. Dices que parecen medusas de luz que suben en la oscuridad para acompañar a la triste luna. 
Tu largo cabello se deja llevar por aquel privado mar nuestro, cae como crin, me excita a la vez que hipnotiza. No me puedo separar del rostro durmiente que posees, que hace años fue por siempre mio, y llegan sin más los recuerdos, tantos y tan buenos; la cruzada del amor, la llanura de la confianza, el vuelo demostrativo, el desierto infinito con el que ambos nos encontramos, todo lo primero que vivimos, porque cuando baje del trasporte que me llevo cerca de ti, cuando sin decir palabra me robaste un beso, cuando por fin tú y yo fuimos uno todo se esfumo, renacimos como uno.
Recuerdo lo similar que fue cuando nos bañamos en el hotel, la tina, las burbujas y aquel perfume embriagador. Ya llevabas tu sortija de oro, me besabas subida a mi, tocabas, me acaricias la cara con el anillo de alas doradas, al igual que al día siguiente, al igual que toda la semana, uno meses después cuando volví, cuando te decidiste a vivir, y nunca ha pasado un día sin que tu piel y mi piel y aquel metal tuvieran contacto.

La danza marina se termina cuando los ojos se abren, un grito se aproxima, me miras, —Me duele, amor—, esbozas, pregunto por ti y callas, tu boca se abre sin la emisión, un sonido sordo llega de tu interior, tardío, desquebrajaste. De tu entrepierna una nebulosa, la constelación, me abrazas de pie pero flotando, las uñas de mujer se clavan en mi, hacen sangre de mi carne. En calma te sostengo, te mantengo en mi, cerca de mi, y dura lo que debe durar.
Agotados volvemos a nacer, juntos como uno. Desde las profundidades de la sombría transparencia flota hacia nosotros, la abrazamos y nos miramos, jamas te vi más hermosa, jamas te vi mirarme como me miraste aquella vez, no ha vuelto a suceder, es un regalo de lo sublime que se gesta tras nueve meces.
Ella en tus brazos, tú en los míos, yo llevando a mi reina y mi princesa de regreso al castillo.
Tras la ducha de tres nos acostamos juntos ya no como dúo. Pronuncias el pedido de una promesa, respondo llorando que siempre voy a estar para ambas, te juro que nunca las voy a dejar.

Mientras te escribo observo como mamá te enseña a nadar, como yo le enseñe a ella en el mismo lugar, el lugar donde te gestamos he invitamos a la vida. 
Me haces regresar al momento de tu nacimiento, invitándome a rememorar el momento más importante de la vida de tu madre y de la mía, tu nacer. Te amamos, pongo en palabras lo que sentimos, jamas olvidare el significado de soñar, la lucha que me llevo a encontrar a la mujer perfecta, a crear consigo una estrella.

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