Lagrimas rojas frescas que no se secan,
la sangre corre en varias direcciones, seca en labios, coagulo en
alma. Se asume un alma en dudas y desde allí se pierde la bruma.
Pétalos que nacen invernales, mueren al calor de estaciones solares.
La canción francesa del sol escucha ahora mis lagrimas al son del
corazón. Solo en la oscuridad puedo pensar, razonar sobre
pensamientos profundos y el recuerdo. Cuantas preguntas verdaderas
cuentan mentiras. Timidez, desconfianza, conservación. Rivales
dignos por experiencia. Los únicos que realmente merecen la pena.
Usa para creer y da para proveer.
Como un cadáver fosilizado, yeso
desquebrajado entre la hermosa sexualidad de tu cuerpo. Odios y amor
que no significan nada, una vida al servicio de nada. Se va de ti
todo dolor con esos colmillos de gato que muerdes al orgasmo, como la
carta violenta que cambia a la dulzura de una verdad tímidamente
oculta que ignoras a la luz de unas lampara callejera que hace las
veces de luna.
Una filosofía de cuarta que vale más
que nada, lo mejor que obtendrás. Odio que no se consume jamas vive
dormido en un incesante tibio calor, tan leve para tomar y tragar.
Creía que las cartas en blanco y negro
eran suficientemente doloras, pero de nada sirven si el único que
sufre soy yo, de nada sirve que el daño éste hecho para disparar, a
herir nuevamente la sangre ya caduca. No sucumbas y recuerda que lo
que fuimos siempre sera, ni novios, ni amigos, nosotros mismos como equipo.
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