sábado, 13 de junio de 2015

Fuera de lugar [parte primera]


Espero parado firmemente junto a la puerta, pareciera que es mí intensa presencia la que la mantiene cerrada, pero ninguna parte de mi cuerpo la toca, estoy allí porque es donde me dejaste tras cerrarla y avanzar, no tengo ningún problema pero no me has invitado a pasar, a las bestias como yo uno las tiene que invitar.
Cierro la puerta con la traba cuando tu corres las cortinas, enciendes el velador mientras la luz se apaga. Llevas el disco compacto hasta el reproductor. Al darme la espalda analizo tu habitación con los ojos sin rotar el rostro, siento los olores y me centro en tus pasos que andas. Tu retaguardia es algo más conocido para mi que tu cara, y tus lineas simples me encantan, me empiezo a excitar cuando la primera nota de la canción salta.

Me acerco pues tú no haces nada. Coloco una mano en tu hombro, te hago girar hacia mi, tienes la mirada centrada en mi pecho como si no miraras. Admiro esa cara, esa timidez profunda, ese miedo hacia lo que no puedes evitar y deseas por igual. Te arrastro hasta el centro del cuero en dirección a la cama.

Te hago sentar con facilidad, y la liviandad de tu cuerpo me confunde al ser tan idéntica al imaginario que imaginaba. Miras para abajo con desconfianza, sin decir nada, mientras termina la canción el ritmo cambia, haciéndose tenue. No me desprendo el botón del pantalón, bajo la bragueta y me la saco con una dificultad que me obliga a buscarla dentro y apretar con fuerza para brotarla. La masturbo dos veces, sin moverme, ella se va acercando a ti, tú no la miras, pero comienzas a oler el perfume del lubricante natural. Recuerdas el sabor, eso te hace mirar, frente a ti se extiende un hombre con un tamaño que te dobla el tamaño. Mi pene apunta a tu boca, la miras, piensas si te dolerá. Subes de reojo para entregarme esos hermosos ojos tan hermosos, la imagen de vos junto a mi erección te regala otro centímetro.
Mirando al frente, subes con los ojos a mi rostro, lo repites como si no supieras si comerme primero la boca o empezar por mi polla.

Una mano se posa, se arrastra hacia atrás empujando hasta el final, no te basta con una y la completas con la otra, tu pulgar empieza a jugar con el lubricante esparciéndolo por el glande.
Me ordeñas con intensidad, tus manos delicadas me hacen una paja fantástica. Tengo mis manos atadas a si mismas en mi espalda, disfrutando sin contribuir a las hermosas vistas.
La mano de delante se suelta y la otra se queda donde esta, ves que con lo que sobra te sobra para tragar. Lames la rugosa textura del frenillo para llegar a la suavidad rosada, las textura eléctrica de las venas infladas. Te llenas la boca, tienes hambre de toda.
Salir creando un puente colgante que se mantiene en tu labio inferior para crear una hermosa postal de tu sensualidad, mirarme y volver a mamar.

Me desato y llevo una mano a tu cara, amo tu rostro tan hermoso, con esos dos enormes ojos que me miran sin decir nada (ninguna falta). Haciendo lo que corresponde de una manera impecable, con la música sonando, generando una atmósfera que se va poniendo pesada.
Mi boca entra en tu boca, extiendo mi lengua por tus muelas, encontrando que tu lengua quiere guerra. Se enredan, se revuelcan, juegan.
Es entonces cuando me frenas, me enfrentas y te elevas. Te posas de pie frente a mi, miras hacia arriba y yo lo hago al contrario. Tus uñas rascan mi camisa, caen hacia el short y desprenden el pantalón. Te agachas para bajarme todo junto al calzoncillos, al subir besas mis testículos. Con esfuerzo me desnudas por completo, deseando que yo haga lo mismo con vos.

Despacio voy quitándote todo, voy dando besos esparcidos cuando dejo los fragmentos de piel al descubierto. La claridad y la pureza que desprende tu piel es magistral, y no desaprovecho esa oportunidad para tocarte toda.
La ropa es un tapado de plumas negras, un deseo muy antiguo por verte plena. Aquel disfraz destituido por mi frente a mi, quedando como manchas de petroleo a nuestros pies. Pero las bragas y el sostén, rosa pálido como tu lechosa tez.
Tu vagina parece no existir, siguiendo la estética increíble del cuerpo de muñeca. Pechos pobres y deliciosos que hablan de juventud. Cuando tu pareces desaparecer ante mi presencia, el pene se hace fuerte a tu lado. Te señala, te llega a marcar con una gota de lubricante en tu vientre como si se tratase de una hirviente yerra. Lo sientes, y es entonces como siento que ha ese punto, eres solo para mi.

Sientes mi cuerpo como el tamaño de tu puerta, sientes como tras de mi no hay fronteras, es una intimidante excitación a no poder escapar de un placer desconocido. Algo experimentado, pero multiplicado, avivando con tu pequeño ser mi voluminoso ser. Domando a tu bestia.

Tus pezones en mi boca se tensan, bajo una mano para analizar el grado de excitación al que vas llenando. Solo una pasada me deja las palmas bañadas, me relamo para probar y sin preguntar te doy a saborear desde mi boca el resultado de tu creación.
El flujo vaginal es un manjar difícil de igualar. No puedo escapar, cayendo de rodillas a tus pies, penetrando con la lengua tu ombligo para luego empujarte hacia atrás, sentarte en las sabanas para devorar.
Tus genitales parecen recién construidos, tan rosados y puros. Agrego liquido a la situación, mi saliva y tu flujo bajan hacia el ano, y aunque no pretendo un anal, me veo tentado a probar.
Sabe bien como todo tu ser, pero me interesa mucho más el producto inicial, tu perla sin dudar. La estimulo velozmente con la extremidad deshuesada, órgano bucal. Gimes, y el orgasmo acompaña, las piernas se cierran y comienzan a tiritar a mis costados.
El falo de mi cara es mi nariz, que va estimulando con las pasadas, agregando calor con la respiración, penetrándote como un gran rinoceronte furioso. Parece que te encanta, volviéndome loco de fascinación.


Babeo enrabietado, me incorporo poniendo una mano en un charco que parece orinado. Jadeas rendida, pareces no tener activados cuadro de los cinco sentidos. Me pongo de pie, amenazándote.
Ambos tobillos ya son míos, los subo cada uno con cada mano, una de tus manos esta sobre tu pecho y la otra sumergida en tu abundante cabello negro.
Enfilo ambas, uniéndolas, me encojo para tomarte de la cintura para elevarte. Tus pies cuelgas entre mi mentón y el hombro, al subirte no pareces notar, miro hacia abajo pero no parece que haga falta escupir más. El miembro penetra tus muslos, hace falta subir un poco más, adaptar mis rodillas para posicionarme y entrar.

Sueltas alaridos de tu garganta, sientes al instante mi prospección deseada e inesperada. Te encanta.
Es un lento movimiento que se acelera sin dejar de ser constante, un motor a calentar para que cumpla su función esperada.
Tus pies están tan cerca, pero no quiero poner a prueba en ese momento con mi lengua tus cosquillas.
Es justo lo que esperaba de tu vagina, el placer espectacular, y aunque lidero el esfuerzo espero a que en la segunda ronda tomes la confianza para hacer lo que quieras tú conmigo. Cabalgarme hasta el paraíso.

Me siento una puta bestia devoradora. Te lanzo hacia el costado y me lanzo de rodillas sobre el colchón, abierto de piernas sobre ti.
Boca a bajo giras tu cabeza para que el aire corra y pronuncias con ternura la abreviatura de mi nombre. Tu pelo oscuro te cubre como en las fotografías, es abundante y mantiene el perfume de una cercana ducha. Lo engancho todo con una mano arremolinando entre mis dedos. Te veo el perfil, y me plancho aplastando con cuidado todo mi cuerpo sobre ti. Eso te parece excitar, mientras voy pintando con saliva la mitad de tu cara. Me quedo en la oreja mientras sientes como mi pene va revoloteando por detrás en busca del jardín.

Mientras te doy besitos, subo para tentar. El pene se hace hueco entre las nalgas y se pega junto a la puerta. Veo de cerca como los parpados cerrados se cierra aun más y como la respiración se salta la exhalación. Retoma la normalidad, se relaja sin perder cierta tensión residual.
Pero una parte de mi siente que no existe la negativa, que estas preparada para callar y ser sometida. Huelo un miedo que desagradablemente me excita, pero mi parte fuerte quita. Suprime la tentativa.

Un susurro grabado se emite en vivo en tu oído:

Se perfectamente que sabes que puedo hacer contigo lo que quiera, y se que eso te calienta. Se que sabes que puedo maltratarte, que puedo tomarte e incluso matarte, y se que eso te calienta. Se que quieres todo eso y más, pues sabes que te amo con honestidad.
Que seria incapaz de causarte ningún mal.

Te dejo de follar, te hago el amor vaginal mientras lamo como un perro tu mejilla. Sonríes pues te causa ternura. Estoy dentro de ti, y es lento y agradable, tibio. De corazón.