miércoles, 9 de octubre de 2013

Incisivo áureo / Ratas cardíacas


El rosa me recuerda a ella, y a su perfume imaginario.

Como si la felicidad fuera un tesoro millonario muchos se aferran al cofre vació, esperando, imaginando que se llenara solo. Abrazar con fuerza es fácil si aquello a lo que te sujetas es estrecho y dócil, hilos de acero. Calientes por la fricción del esfuerzo arden en la piel cicatrizando por donde atrapan, doliente marca eterna para no olvidar. Son las monedas que gastamos detrás de nuestro cofre las que terminan arruinándolo, desgastando por falta de aprecio, que es su alimento.

Cofres grandes, pequeños, nuevos o rotos. La calidad es difícil de distinguir a menos que se esfuerce en uso, considere y analice. Ratas en busca de oro codician su interior, ratas ninja se esconden en ocasiones en ellos engullendo el preciado metal y de esa forma nunca colapsarse. Las tramperas se ceban con sangre.

El polvo de piel a veces es de lo único de lo que se alimenta, a veces ni eso, y se lanza un corazón al fondo esperando a oír la caída, que nunca he oído.

No hay comentarios:

Publicar un comentario