domingo, 6 de octubre de 2013

Instantaneidad


El tiempo que pasaba mientra me abrazabas no era tiempo, era una especie de reloj de arena de copos de nieve. La fina hebra de cristal que calcula el período que se entumecía por el frió de la realidad.

Las palabras lindas que decías no salían de tu boca y comencé a sentir que el problema de éste mundo lo provocaba el ruido que silencia el latir de nuestros corazones.

Atados por los sentimientos desencadenados de independencia que nos lastimaron encontramos una razón para existir. A veces miro tu reflejo en el río, sentados en nuestro lugar favorito, pensando si tu rostro dice la verdad.

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