domingo, 11 de mayo de 2014

Algo entre dos impares


Es tan seductora la locura que me enturbia, es el almíbar aun tibio de un sentimiento. Regala ese dulce secreto, el rubor con tu sonrisa, la mirada con rocío de lluvia y una postura defensiva a los ojos que te miran.

Es la hora de finalizar el sueño, la hora en la que suena una campana y un despertador, en un lugar y en otro del globo, sincronizados en una danza mundial de amor. Y el despertar es feliz, desesperado, buscando aquello que es tan lejano, y real, tan real como el sol a la mañana, y la luna durante las noches de charla. Como el cielo que nos conecta y nos trae esa briza que acaricia al unisono tú mejilla y la mía. La blanca luna, el espejo, la forma de comunicarnos con lo verdadero. Todo lo que es y sera por siempre motivación y sueño. El empuje que nos ha llevado al encuentro.

El amor sin más, con miles de motivos y ninguna explicación. El deseo infiel y pagano del corazón, el señalado y perseguido por los que a nada aspiran, de los que la vida no reciben ni dan aquella energía que nosotros creamos y regalamos al amar.

Un ciclo perfecto de bondad, donde nada se rompe. Me alimento de ti, tú de mi; me curas, y yo te curo. De esa forma, paso a paso llegamos. Atravesamos todos los mares y desiertos. Tras tanto sacrificio, descubrimos que el paraíso estaba en el lugar al que siempre volvimos, del que nunca partimos...

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