viernes, 9 de mayo de 2014

Suave, dulce, delicioso


Entro en la ducha y todo trascurre con normalidad. El jabón cubre mi piel, aromatizandola, preparándose para tu encuentro. Mientras el agua se va enfriando, yo voy llevando el grifo hacia temperaturas mas elevadas. El liquido vapor me lleva muy lejos, y comienzo a imaginar tu desnudo y suave cuerpo, que aparece de entre la niebla y me abraza. Como si nos hubiésemos fundido en la misma roca de la misma cascada. Tus pechos que se aprietan en tu pecho contra mi pecho, los surcos de agua que bajan de mi cuerpo hasta tu cuerpo, conectados suavemente en intento de fusión. Y comienzo a dormirme, comienzo a desmayarme conscientemente, con una sensación de paz tan cálida como el agua que me quema. Sin resbalar, pero consiente de la posibilidad, estuve enamorado de ti por un millón de años, en una decena de minutos, en par de miles de gotas largas de ducha. Siento que estoy llorando de felicidad por dentro, como si la cortina de lluvia fuesen mis ojos abiertos al viento. Que nos bañan mutuamente, que nos llevan el cielo nuestros encuentro, donde ahora solo hay un cuerpo. Fue peligroso, sumamente delicioso.

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